Allá por los años de mi tierna infancia, la sección de cocina de los coleccionables de Barrio Sésamo activó algún resorte en mi cerebro. Mi mente pequeña y frágil sucumbió a los encantos de Espinete, quien supo seducirme durante largas horas de domingo. Con curiosidad y apetito, me adentré en el mundo de las galletitas de chocolate, los helados de chocolate, los bizcochos de chocolate y alguna que otra pieza de repostería subida de… azúcar y chocolate, claro. A pesar de “tener que pedir a un adulto que me encendiera el horno”, cocinar me parecía un ejercicio de creación mágico, que superaba con creces mi adicción a la plastilina. Pero todo cambió cierto día en que decidí emanciparme de las pautas de la Pandilla Sésamo y la emancipación mental, ya se sabe, nunca tiene vuelta atrás…
Todos nos hemos adentrado alguna vez en experimentos de metacocina. Ejemplos claros, supervisados por primos y hermanos mayores, son la patata frita “barquito” de berberechos bañada en refresco gaseoso o el indispensable ganchito al aroma de Cinzano rosso o Bitter kas. Motivada por el tedio, supongo, una tarde agarré una manzana, leche condensada, chocolate a la taza y me puse manos a la obra. Monté unas copas con manzana rallada a palo seco, la mezclé con una cantidad indecente de leche condensada y lo cubrí todo con una masa espesísima de chocolate a la taza. Aparecí ante mi gente agarrando con decisión una bandeja repleta de este dulce manjar. Gorda de orgullo y emoción. Así, este grandioso postre se convirtió en mi primera creación y en la simiente de mi futura incapacidad para seguir recetas al pié de la letra.
Supongo que así nació Sofritoblues, un espacio de cocinoterapia y de divertimento personal, que no aspira a nada más que a compartir ideas con quien tenga ganas de leerlas pero, eso sí, nunca, nunca, nunca sigáis las recetas al pié de la letra!
Todos nos hemos adentrado alguna vez en experimentos de metacocina. Ejemplos claros, supervisados por primos y hermanos mayores, son la patata frita “barquito” de berberechos bañada en refresco gaseoso o el indispensable ganchito al aroma de Cinzano rosso o Bitter kas. Motivada por el tedio, supongo, una tarde agarré una manzana, leche condensada, chocolate a la taza y me puse manos a la obra. Monté unas copas con manzana rallada a palo seco, la mezclé con una cantidad indecente de leche condensada y lo cubrí todo con una masa espesísima de chocolate a la taza. Aparecí ante mi gente agarrando con decisión una bandeja repleta de este dulce manjar. Gorda de orgullo y emoción. Así, este grandioso postre se convirtió en mi primera creación y en la simiente de mi futura incapacidad para seguir recetas al pié de la letra.
Supongo que así nació Sofritoblues, un espacio de cocinoterapia y de divertimento personal, que no aspira a nada más que a compartir ideas con quien tenga ganas de leerlas pero, eso sí, nunca, nunca, nunca sigáis las recetas al pié de la letra!
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