
Todos nos hemos adentrado alguna vez en experimentos de metacocina. Ejemplos claros, supervisados por primos y hermanos mayores, son la patata frita “barquito” de berberechos bañada en refresco gaseoso o el indispensable ganchito al aroma de Cinzano rosso o Bitter kas. Motivada por el tedio, supongo, una tarde agarré una manzana, leche condensada, chocolate a la taza y me puse manos a la obra. Monté unas copas con manzana rallada a palo seco, la mezclé con una cantidad indecente de leche condensada y lo cubrí todo con una masa espesísima de chocolate a la taza. Aparecí ante mi gente agarrando con decisión una bandeja repleta de este dulce manjar. Gorda de orgullo y emoción. Así, este grandioso postre se convirtió en mi primera creación y en la simiente de mi futura incapacidad para seguir recetas al pié de la letra.
Supongo que así nació Sofritoblues, un espacio de cocinoterapia y de divertimento personal, que no aspira a nada más que a compartir ideas con quien tenga ganas de leerlas pero, eso sí, nunca, nunca, nunca sigáis las recetas al pié de la letra!
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